MARISCOS DON RAFA: De las primeras carretas en Tijuana

Entre cantinas y moteles, afuera del famoso Bar Zacazonapan de Tijiuana

Como todos, Rafael Ramírez llegó a Tijuana con la idea de brincarse “al otro lado”. Muy presente tiene la fecha: un 28 de abril de 1942. Pero lo hicieron cambiar de idea.  

Oriundo de Michoacán, ya en esta ciudad, Rafael pasó a visitar a su hermano,  a quien tenía ocho años sin ver. En aquel entonces su  fraterno atendía una carreta de mariscos en las calles Segunda y Mutualismo, ahí afuera de la discoteca Laurita. 

Mientras abría conchas y preparaba los cocteles, el marisquero escucha a Rafa con sus intenciones de irse a Estados Unidos y hacer realidad sus sueños ´!”guajiros. Idea que a su hermano no le agradaba: “!Carajo, qué vas a ir hacer allá!”, “allá está  muy perreado y son muy negreros”, “además nosotros siempre hemos sido comerciantes”.

Pero rafa nomás no se convencía de mejor quedarse en Tijuana. Ya estaba aferrado a la idea de conquistar el gran sueño americano. Y su hermano nomás gastando saliva y despache y despache los cocteles.

Y así pasaron las horas. De repente Rafa se dio cuenta que los montones de almejas y demás mariscos que tenía su hermano sobre la carreta habían desaparecido. “Pues qué le hiciste, dónde quedaron”, le cuestionó sumamente extrañado a su hermano. Y éste le respondió: “Mira, aquí están”, y se abrió el mandil con las bolsas repletas de dólares, muchos dólares cuya vista estuvieron a punto de provocarle un colapso a Rafa: “No, pues mejor no me voy al otro lado. Aquí me quedó”.

Y de ahí pa´al real, la Carreta de Don Rafa llegaron para quedarse. Desde hace más de cuarenta años.


“Antes no existían negros durazos ni titos

Primero como empleado de su hermano, después con su propia carreta, el entonces joven Rafa ha despachado miles y miles de cocteles a lo largo de varias décadas en diferentes puntos de la Zona Centro de Tijuana. Le ha tocado entonces, ver épocas de bonanzas y otras de crisis. Como dicen, tiempos de vacas flacas y vacas gordas.

Llegó en buen momento, mucho dinero en Tijuana, muchos turistas, pura moneda americana, precios bajos, dinero que se ganaba generosamente, y que rendía para comer y vestir bien. Y para la diversión, no se diga. Eran otros tiempos.

En aquellos tiempos aún no se venían las olas de sinaloenses ni tampoco el boom de los restaurantes de mariscos estilo mazatleco y con el bandazo. Las carretas era todo lo que había en cuestión de mariscos, la plaza era todita para ellos. Don Rafa recuerda: “No había ‘negros durazos´, no había ´titos´…”.

Ya desde hace varios años, Don Rafa se ubica sobre la avenida Constitución, bajando hacia el callejón Coahuila, en la Zona Norte. Ahí a unos pasos del famoso bar Zacazonapan, y de otro local emblemático cuando de comida callejera de Tijuana se habla, los “kentucky fried buches”.

Carretas de mariscos hay muchas, en toda la ciudad, pero para mariscos en la zona norte, sólo los de Don Rafa. Frescos, limpios, despachados con amabilidad y buen trato. Callo de hacha, camarón, almejas, pulpo, las suculencias del mar servidas al momento con todo lo necesario para darles más sabrosura.

Don Rafa ha procreado varios hijos. Algunos ya hecho y derechos, de 26, 32 y 36 años. Y otros dos pequeños retoños de 8 y 10 años. “Fueron mis últimos cartuchos”, explica malicioso Don Rafa.

Vendiendo mariscos, en los mejores tiempos de Tijuana, Don Rafa ganó dinero como nunca se imaginó. Pero joven, y rodeado de tentaciones en la “Coahuila”, se lo gastó todo. Pisto, morras y diversión no le faltaba, billetes se los gastó todo. La gozó pero bonito. Como ahora hace gozar a los clientes con sus cocteles.

    

       

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